Apoc. 1:1-20 y 2:8-11
La
revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a
su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio
de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
El libro de Apocalipsis es uno de
los menos leídos por los que creemos en Cristo. Esto se debe a que lo
consideramos un poco enredado y difícil; o porque declara muchos desastres,
muertes, sufrimiento y ayes.
Pero es un libro hermoso y de
muchísima inspiración.
…”La
Revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las
cosas que han de suceder pronto…”
Empecemos a examinar, escudriñar y
escarbar el libro desde el principio.
Primero: es la revelación de
Jesucristo. Quiero que sepa que en ninguna parte de las Escrituras, se afirma
que determinado libro es de Dios o de Cristo.
Al único libro de la Biblia que se
le da el nombre de Jesucristo, es el Apocalipsis. Con mucha más razón debemos
saber lo que Él quiere darnos.
El Apocalipsis es la Revelación que
Dios Padre le da a su Hijo Jesucristo. O sea, en última instancia es una clara
declaración de que este libro es de autoría de Dios Padre, y dado a su Hijo,
sin ningún intermediario, como lo fueron todos los demás libros de la Biblia,
que fueron escritos por hombres, bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Aquí vemos obrando al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo en beneficio del hombre, en todo lo que se relaciona con lo
que éste debe saber sobre lo espiritual, celestial o el conocimiento.
Todo el Conocimiento Espiritual le
es dado a Jesucristo, de manos de su Padre; para que a su vez, nos sea dado a
nosotros. No busquemos en otras fuentes, el Conocimiento de lo que ha de
suceder pronto. Todo se le ha revelado a Cristo y Cristo nos lo ha dado a
nosotros.
Mucha gente hoy, está agitada por
las profecías Mayas, las de Nostradamus o algún renombrado brujo. Nosotros los
que creemos en Jesucristo estaremos confiados, porque Él nos ha manifestado a
nosotros todas las cosas que han de suceder pronto.
Dios Padre no anda repartiendo
revelaciones a los hombres a diestra y siniestra, hombres que andan en sus
propios caminos y no andan en el Camino de la Verdad, de la Resurrección y de
la Vida. Preguntemos si algún hombre, el que sea, que pretende traer o haber
traído una profecía o varias profecías, supuestamente de parte de Dios; ¿Ha
resucitado?
El único que murió y resucitó se
llama Jesucristo, el Hijo de Dios, quien murió en la cruz, como dice el profeta
Isaías:
¿Quién ha creído a nuestro
anuncio? ¿Y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
Subirá cual renuevo delante de
él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos,
mas sin atractivo para que le deseemos.
Despreciado y desechado entre
los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras
rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre
él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el
pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Por cárcel y por juicio fue
quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de
los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
Y se dispuso con los impíos su
sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni
hubo engaño en su boca.
Con todo eso, Jehová quiso
quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en
expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de
Jehová será en su mano prosperada.
Verá el fruto de la aflicción
de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo
justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
Por tanto, yo le daré parte con
los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida
hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado
de muchos, y orado por los transgresores.”
Al manifestarnos las cosas que han
de suceder pronto, es para que estemos preparados para cuando vengan esos días.
Los que no aman a Dios, ni a su Hijo, ni a su Palabra; serán tomados por
sorpresa cuando lo que está revelado en Apocalipsis comience a suceder.”
Amados y apreciados. En esta porción
de la Escritura hay tanto para compartir, que se nos iría todo el día y el
resto de la semana en vigilias. Mi corazón ha sido impactado por estas
Palabras.
Ellas me han hecho remontar al
tiempo de su Crucifixión. Ver al Hijo de Dios, al Creador del Universo y a
Aquel por quien todo subsiste y es por su Palabra; ver al que sostiene al
Universo, manso y humilde en su ropaje de carne, frente a sus acusadores, jueces,
verdugos y a la turba de gente que gritaban: crucifícale, crucifícale; me hizo
quebrantar mi alma y caer postrado ante El.
Pude experimentar en este momento de
adoración, su inmenso amor por mí y por toda la Humanidad. Mi corazón se
derramó delante de su Grandeza. Solo atinaba a balbucear: ¿Qué es el hombre
para que tengas de él memoria? ¿Y el hijo del hombre para que le visites?
¿Qué inmenso Amor te llevó oh Dios
mío a que siendo
en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que te despojaste a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, humillarte a ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz?
sino que te despojaste a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, humillarte a ti mismo, haciéndote obediente hasta la muerte, y muerte de cruz?
Todo mi ser experimentó el amor
de Dios derramado en mi corazón. Solo pude percibir una chispa pequeña de tan
inmenso amor: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo, para
que todo aquel que en El crea, no se pierda, más tenga vida eterna”
En el acto de nuestra Salvación
y Redención, participaron el Padre, el Hijo y el Espíritu de Dios en su gran muestra
de Amor. Esta Santísima Obra, la Obra Magna del Creador, fue llevada a cabo por
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En Hebreos 10 se habla de lo
que sucedió en el Consejo Eterno, antes del nacimiento de Cristo en Belén. El Espíritu
Santo nos revela lo que sucedió en la Majestad de Su Presencia:
“Por lo cual, entrando en el
mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.
Holocaustos y expiaciones por
el pecado no te agradaron.
Entonces dije: He aquí que
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito
de mí.
Diciendo primero: Sacrificio y
ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron
(las cuales cosas se ofrecen según la ley),
y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
En esa voluntad somos
santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre.”
Cuando desde la Eternidad el
Hijo le manifestó al Padre, que El se ofrecía para agradarle, ya que las ofrendas
y sacrificios ofrecidos en el Templo en Jerusalén, de acuerdo a la Ley, no lo hacían,
no agradaban a Dios; el Padre estableció la única forma de agradarse a sí
mismo: Entregando a su Unigénito Hijo, a una muerte atroz, denigrante y
humillante.
Quiero que sepan, mis amados,
que el asunto de la Salvación y de la proclama de la Palabra de Dios, sea por
la Ley de Moisés o el Evangelio; se sintetiza en lo ya expuesto:
Era necesario ofrecer un
Sacrificio Aceptable y Agradable a Dios, para quitar al pecado que se erigía
como una barrera entre Dios y los hombres. El Unico Sacrificio aceptable, fue
el del propio Unigénito Hijo de Dios.
El Padre recibe el Sacrificio;
el Hijo es el Sacrificio y el Espíritu Santo es el que conduce
al Cordero a la Cruz y después de la muerte en la cruz; lo levanta de entre los
muertos y lo eleva a la Presencia del Padre, donde es Aceptado. El Espíritu
continúa participando en esta Obra de Salvación, ahora revelando a Cristo en
los corazones elegidos por Dios.
El Padre concibe la Obra de
Salvación. El Hijo la consume o ejecuta. El Espíritu de Dios la da a conocer a
los elegidos y al mundo.
Por todo esto es que ahora
puedo entender, que ningún otro hombre es digno de recibir de Parte de Dios
Padre, alguna profecía sobre los tiempos de la Omega o Final de los tiempos;
que solo Jesucristo es digno de recibir la Revelación de las cosas que han de
pasar, de manos de su Padre.
“Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas
en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”
Recuerde:
estamos en preparación de la Conferencia sobre. La Provisión de Dios en Tiempos
de Crisis”
PRE- ANUNCIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario