martes, 2 de octubre de 2012


Por: Dr. Emmanuel Garcia Moreno



OBTÉN TU CASA HERMOSA SIN COSTO PARA TI

 

Hoy puedes cambiar tu casa estrecha o inapropiada para ti, por una Casa Hermosa, amplísima, bien ubicada, libre de la acción de los maleantes, asaltadores, homicidas o malos vecinos.

Esto no es una propaganda engañosa. Podrá demandarme si le estoy mintiendo sobre este asunto.

 

Ud y su familia se podrá mudar hoy mismo si Ud decide aceptar los términos del contrato:

  • Es gratis
  • No paga impuestos
  • Construida con los materiales más costosos existentes.
  • indestructible
  • Iluminación y energía permanente y sin costo
  • Ubicación privilegiada
  • Seguridad y paz garantizada
  • Para mudarse solo tiene que aceptarla y lo hará de inmediato

 

Es distintivo del hombre o del ser humano en general, que su vivienda sea un reflejo de sus sueños hechos realidad. En la medida que vamos progresando en  la vida, vamos adquiriendo casas para la familia, o para el individuo si es soltero, que van llenando nuestro corazón de satisfacción, porque es un logro alcanzado por nuestros esfuerzos. Atrás van quedando las casas estrechas.

 

Fuera de los castillos que todavía hay en el mundo, exclusivos para la elite del mundo, como los de las familias reales de algunos países o de la realeza, incluso de potentados orientales que obtienen ingresos desorbitantes explotando los  recursos naturales de sus países;  Existen casas  hermosísimas, amplias y majestuosas, ubicadas en barriadas exclusivas en donde ya dejan de ser casas y pasan a ser mansiones.

 

Bajando por la escala social, encontramos viviendas espaciosas, de construcción exquisita, con los mejores materiales que haya en el mercado, que acogen a aquellos que han tenido gran éxito en la vida y se rodean con todas las comodidades que les puede proporcionar su cuenta bancaria, alimentada por ingresos sustanciosos.

 

Cuando uno pasa por alguna barriada, generalmente observa las casas que la componen y por lo general hay cierta regularidad en el diseño y tamaño de las viviendas en el sector. Cuando encuentra alguna casa fuera de lo común, más grande, más hermosa, de inmediato el pensamiento automático de: “aquí vive una persona con mayor ingreso que los demás.” La casa es el reflejo del status social de quien la habita.

 

La mayoría de las viviendas se encuentran en el rango de aquellos que trabajan duro todo el día, ya sea de forma independiente o como asalariados. Son casas de las clases medias. Sus residencias no son lo que quisieran, pero llenan los requisitos mínimos para estar confortables aunque un poco estrechos. Es en este rango en donde se sueña mucho con un golpe de suerte a través de un premio de la lotería o la herencia de algún familiar desconocido.

 

De este nivel hacia abajo, las condiciones de las viviendas, apenas dan para ofrecer satisfacción.      

 

En muchos lugares del mundo hay un porcentaje de la población que carece de viviendas dignas del ser humano. Digo dignas, porque el Hombre se adapta a cualquier situación, y va ocupando el espacio que haya a su mano para poder pasar la noche él o con su familia.

 

Son viviendas que en vez de atraer a los que habitan en ellas; lo que hacen es expulsarlas de su interior. Son viviendas hostiles para la vida. Son moradas de la desgracia y del sufrimiento. A este tipo de viviendas se les conoce como casas de las “favelas”,  casas del “gueto”  o casas de “miseria” y otras veces como casas del “sufrimiento”.

Por lo general las personas que las habitan, son las desheredadas del mundo. Hay incluso aquellos que viven a la intemperie y pasan la noche debajo de un puente, en una casa condenada a ser demolida, en un callejón estrecho, etc. lo que demuestra la creatividad del hombre cuando de necesidades básicas se trata.

 

Estas últimas viviendas lo que producen dentro de ellas es la delincuencia, la marginalización, los parias de la sociedad, que por lo general proveen a las prisiones de inquilinos. Son casas productoras de violencia y maldad, podríamos decir, productoras de muerte a gran escala.

 

Traigo a colación este tema porque hoy quiero compartirles un pasaje de las Escrituras que nos habla de una gran Casa. No sé si llamarla Mansión o Castillo; pero es tan grande, espaciosa, con la mejor vista que uno se pueda imaginar, construida de los materiales más caros que uno puede imaginar. Tan grande es esa ciudad, que tiene el nombre de ciudad. Pero es una casa o morada para ser habitada por todo aquel que quiera hacerlo.

 

Es una casa o ciudad con una seguridad extrema. Ahí no entrará el ladrón, nunca se dará un robo, lo cual proporciona Paz y tranquilidad. En ella “no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; no se hallará en ella  a los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos.”

 

 Es una ciudad enorme, que sus habitaciones son por millares de millones. Realmente llamarla casa, en nuestro entorno mental, se queda chica; mejor llamarla ciudad; porque es una ciudad habitación.

 

Comparándola con nuestras casas y ciudades nos deja atónitos ante tanta hermosura, esplendor, riqueza, grandeza y majestad. Todos nuestros sueños de tener una residencia grande y lujosa, quedan microscópicos ante semejante visión.

 

Pensaría uno en lo profundo de su ser: ¡qué no daría yo para vivir en un lugar como ese!

        

Pues, déjeme informarle que Ud. y toda su familia están invitados a mudarse a vivir hoy mismo en esa ciudad. Y no le estoy mintiendo ni tomándole el tiempo. Es una realidad al alcance de su mano; o, mejor decir, al alcance de su boca.

 

Lo bueno  de todo esto, es que si Ud. decide ser residente de esta gran ciudad, , desde ya puede ocuparla. Tiene una dimensión aproximada de 3.600 Kms2 x 3,600 Kms2, o sea, una largura aproximada de aquí a México, con igual dimensión de largo y de ancho.

 

Jesús cuando se refirió a ella, la mencionó en los siguientes términos: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.”

 

Estas Palabras se las dijo a sus discípulos y por intermedio de ellos nos ha hecho llegar a nosotros sus planes de ir a prepararnos un lugar en la Casa del Padre.

 

No se asuste. Hasta hace unos 3 días atrás, yo había entendido que se estaba refiriendo a cuando uno se muere, pero eso no es así. En aquella ocasión me hizo entender que las moradas que nos fue a preparar, son para que las ocupemos de inmediato. No tenemos que esperar a morir para ver si nos dejan entrar.

 

Hemos crecido con la enseñanza que San Pedro está allá con las llaves del Cielo, como guardián de la puerta de entrada y uno tiene que esperar su turno para que San Pedro examine nuestras obras a ver si tenemos el mérito suficiente para entrar.

 

Pero Cristo Jesús nos enseña otra cosa y es preferible creerle a El. Veamos lo que nos enseña Jesús.

 

Primer engaño que deshace: la puerta de entrada no está en los cielos sino aquí en la tierra. La puerta se llama Cristo Jesús, el Hijo de Dios. El dijo: “De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas…Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”

 

Alguno pensará: pero si Cristo es la puerta; y El esta en el cielo; entonces la puerta está en el Cielo. Pero El no ha dicho que tenemos que atravesar su cuerpo para entrar. Lo que El ha dicho es  si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”

 

Asegura que se iría, prepararía nuestro lugar, volvería otra vez a nosotros, nos tomaría a sí mismo, para estar con El en donde El está.

 

Segundo engaño que destruye:  tampoco se está refiriendo a su segunda venida al final de los tiempos.

 

¿A qué se refiere?

 

Se lo voy a resumir, porque gran parte del Nuevo Testamento enseña sobre esto. En el mismo pasaje que estamos considerando en Juan 14, nos da la respuesta.

 

Era conveniente que Cristo subiera a los cielos, porque entonces podría enviarnos al otro Consolador o al Espíritu Santo, quien nos trae la Presencia de Cristo y del Padre a nuestros corazones, haciendo que nazcamos para el Reino de Dios e introducirnos en la Casa de Dios en los cielos, porque al creer en Cristo Jesús como Hijo de Dios, Salvador nuestro y Señor de nuestras vidas; Dios nos da una partida de nacimiento como hijos de Dios, con todos los derechos de habitar aquellos aposentos que Cristo ha preparado para nosotros.

 

Dice la Escritura “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”

 

El texto dice, “nos hizo sentar en los lugares celestiales juntamente con Cristo”. Habla en tiempo pasado. Utiliza una expresión de Autoridad: “Dios…nos hizo sentar”

 

De esta forma se cumple lo que dijo Jesús: “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Cristo no miente.

 

Esta gran ciudad, es una de las cosas maravillosas que Dios Padre ha preparado para todos los que son objeto de su amor. Cuando Dios entregó a su Hijo para que muriera en la cruz en nuestro lugar, estaba haciendo posible que nosotros, quienes jamás pudiéramos soñar con entrar en todas esa riquezas, pudiéramos entrar sin esfuerzo alguno de parte nuestra, ni dando nada a cambio.

 Además de darnos libre acceso a la posesión que nos corresponde; nos da Vida, y no vida perecible y miserable; nos da Vida Eterna.

 La obra de Cristo en la cruz es perfecta. El lo hizo todo por nosotros para que pudiéramos alcanzar y recibir esta herencia maravillosa.

 A estas moradas podemos y debemos entrar a diario y a todo momento que queramos como lo afirma el autor del libro a los Hebreos: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Refiriéndose  a entrar con confianza a la misma Presencia de Dios Padre, mediante la oración en Nombre de Jesucristo.

 Cuando oramos en Nombre de Jesucristo, lo hacemos porque hemos creído en El como Hijo de Dios y como Señor nuestro; porque  hemos creído con el corazón y confesado con la boca que El es Señor.    

 Al aceptar a Cristo en nuestros corazones, recibimos Vida, habitación en la Casa de Dios, acceso como VIP por la única puerta de entrada, lugar en los puestos de mayor honor y honra, acceso ilimitado a la Presencia de Dios Padre y la certeza de que atenderá nuestras peticiones y la presencia continua del Consolador o el Espíritu Santo, quien nos ayuda en todas nuestras necesidades.

No permitas que ningún pensamiento te detenga al acudir a Cristo. Ven a El sin demora y tomará tu pobre vida y la enriquecerá.

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