Por: Dr.
Emmanuel García Moreno
En el evangelio de Juan, capítulo 6, versos 57 y 58 dice:
“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el
Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
Este es el pan que descendió del cielo; no como
vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá
eternamente”
En el libro de Cantares cap. 1 verso 2 dice:
“¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque
mejores son tus amores que el vino.”
Dios nos ha
dado su Palabra Viva, que es Cristo y estaba con El antes de la fundación del
mundo, para darnos vida y vida en abundancia. Mediante la fe alcanzamos entrada
a la vida poderosa de Dios por medio de su Espíritu.
Toda persona debe aprender a vivir esta vida
extraordinaria que el Padre ha dado a
sus hijos, quienes han nacido del Espíritu cuando creyeron, se acercaron y
recibieron a Cristo su Hijo, quien murió en la cruz y resucitó para sacar a la
luz esta nueva Vida.
Por su Palabra y por su Espíritu vivimos momento a
momento. Es cuando estamos saciados; llenos de El, llenos de la Palabra y del
Espíritu; llenos del Pan que bajó del Cielo y de su Espíritu de Vida, que salen
de su boca.
Es cuando podemos derrotar a todo sentimiento, emoción
o pensamiento o deseo de las obras de nuestro cuerpo pecaminoso e inclinado
para el mal, porque recibimos de su Poder. “Recibiréis poder, cuando haya
venido el Espíritu Santo, y me seréis testigos”.
Debemos entender que cuando le damos rienda suelta a
los apetitos de nuestro cuerpo, estamos en problemas. Nuestro cuerpo es insaciable,
siempre quiera más y más. Sus apetitos son variables e incontables.
Cuando le damos rienda suelta y licencia para saciar
sus distintos apetitos, nos esclaviza y nos hacemos esclavos de ellos. Pero Dios
nos da la salida para poder dominar esos apetitos insaciables de nuestro
cuerpo.
Nos da su Palabra y su Espíritu para que estén cada
día con nosotros para ser nuestra ayuda y experimentar la libertad de los
apetitos de la carne y poder vivir una vida llena de satisfacción espiritual,
emocional y natural.
Por su Palabra y por su Espíritu viviremos y no
moriremos porque Él tiene Palabras de Vida Eterna. Es en esta Teodinámica,
cuando crecemos en el conocimiento de Dios, hasta la estatura del varón
perfecto, a la estatura de Cristo.
Los años pasan y pasan, los bebés se hacen muchachos;
los muchachos, jóvenes; los jóvenes, adultos y los adultos se hacen ancianos.
Pero no así en el Reino de los Cielos.
En el Reino de los Cielos, crecemos y nos
desarrollamos por la Palabra de Dios que es Cristo el Señor y por el Espíritu
Santo que es el Espíritu de Cristo.
Mucha gente hoy, no sabe que Dios nos ha dado por
medio de Cristo, una vida de reyes que está a nuestro alcance. Somos llamados
en Cristo a vivir sobre las circunstancias, sobre el afán de satisfacer las
necesidades diarias, afán que nos agobia y atormenta el alma.
Cristo nos ha abierto la Puerta al Reino de los
cielos, que podemos vivir en él hoy mismo si así lo disponemos en nuestro corazón.
Es un estilo de vida poderosísimo, que nos lleva de triunfo en triunfo por
medio de El.
La mayor pérdida que ha sufrido el hombre en toda su
Historia, es que se ha hecho de Cristo una religión. Cristo no es religión;
Cristo es la Vida victoriosa que Dios nos dio para que por medio de El vivamos
siendo más que vencedores, viviendo de triunfo en triunfo ante todo desafío que
se levante en nuestro caminar.
Debemos aprender como Dios quiere que vivamos en
Cristo: de manera invicta ante cualquier desafío o dificultad, o prueba, o
tentación, o pérdida. Aprendamos a ser campeones invictos por toda la vida.
Cuando creemos en Cristo y lo
recibimos en nuestros corazones, experimentamos un nuevo nacimiento, que nos
hace ciudadanos del Reino de los cielos desde ese preciso momento.
Como niños recién nacido debemos
nutrirnos de la leche no contaminada ni adulterada, que es la Palabra de Dios,
para ir creciendo con el crecimiento que da Dios y despertando a la maravillosa
Vida de Cristo en nosotros.
No debemos dejar esta oportunidad
para recuperar lo que nos ha sido arrebatado. Nos han mantenido en la
ignorancia de esta Vida y cómo alcanzarla.
Sin demora, hoy mismo, debemos
recibir a Cristo en el corazón. Creyendo que es el Hijo de Dios y aceptándolo
como Señor de nuestras vidas. Confesando con nuestra boca que Jesús es el
Señor. En esto consiste la fe cristiana, la fe en Cristo.
Dios ya trató con nuestros pecados,
por más horribles que nos puedan parecer. Los mató en la cruz, cargando a
Cristo con ellos y descargando sobre El la paga del pecado que es la muerte.
No tenemos porqué seguir viviendo
con esa carga de pecados encima de nosotros. Acudamos a los pies de la cruz de
Cristo y depositémoslo ahí, pidiéndole perdón por ellos y El nos perdonará.
No ha dicho El: “no solo de pan
vivirá el Hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”’
Al recibir los besos de su boca;
recibimos la Palabra que sale de Su boca, para que recibamos Vida. Recibimos
nuestra porción del día. Recordemos a que Cristo nos enseñó a orarle al Padre
diciendo: “Padre nuestro…..el Pan nuestro dánoslo hoy…”.
Se refiere al Pan del Cielo
nuestro que está en los cielos, o sea a su Palabra que nos alimenta, nos sea
dado cada día. Significa esto, que como sus hijos en Cristo, necesitamos que el
Padre nos alimente <y Él no es padre irresponsable> cada día. Todos los
días necesitamos del alimento espiritual no adulterado.
Cada día Él nos dará su Pan del
Cielo, esto es su Palabra, su Verbo, su Espíritu, se
Rema, su Palabra Viva, el Agua
de Vida, para fortalecernos y estar bien nutridos en Cristo.
Y también en Isaías dice “así será mi palabra que sale de
mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada
en aquello para que la envié”
Al
recibir los besos de su boca, su Palabra, no
regresa a El vacía. En el acto de besar, hay un intercambio. Nosotros
recibimos su Palabra, ella prospera en nosotros, transformando nuestra vida,
llenándola de la Vida de Cristo por su Espíritu. Cuando regresa a El, regresa
con un fruto nuevo: Está saliendo a la luz la Nueva Criatura en que Él nos ha
transformado, porque soy nueva criatura en Cristo.
De
esta forma se irá cumpliendo su Palabra “somos transformados de gloria en
gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Su
Palabra “hará todo lo que yo quiero”. En esta Teodinámica <dinámica de
Dios> su obra va saliendo a la luz poco a poco, hasta que el día sea
perfecto. Cuando dice todo lo que Él quiere; debemos entender que su Palabra
prospera en lo que Dios quiere para nosotros. Este prosperar habla de formar su
Hijo en cada uno de sus redimidos, porque para eso hemos sido creados: para la
alabanza de su gloria.
Por
eso dice la Escritura:
“Y
si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros”
“Si
el Espíritu…mora en vosotros”, entonces seremos vivificados. Es una ley
espiritual, ley celestial para los hijos de Dios, que están en Su Reino. Sí, el
Espíritu está presente en tu vida y ha hecho morada y habitación en ti.
Por
medio de los besos de su boca, su Verbo nos irá transformando y vivificando
nuestros cuerpos mortales, así como el Espíritu levantó a Jesús, el nuevo Adán,
primicias de la nueva creación; asimismo el Espíritu, está trabajando en
nosotros día a día con el poder de su Palabra, para presentarnos a Dios, santos
y sin manchas.
El
Espíritu de Cristo en nuestro interior nos va vivificando, transformando esta
carne de corrupción, para ir revistiéndola de incorruptibilidad, revistiéndola
de gloria, para que cuando Él se manifieste, seamos semejante s a El.
Es
necesario estar seguros de que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, está en
nosotros, ha hecho morada en nosotros y que su soplo de Vida aún está en
nosotros.
Cuidémonos
de no apagar al Espíritu.
dirección del blog; http://www.miamadovieneya.blogspot.com
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