COMO UN ARBOL FRONDOSO II
Por: Dr. Emmanuel García Moreno
“Seré como árbol plantado junto a corrientes de
aguas, Que doy mi fruto en su tiempo, Y mi hoja no cae; Y todo lo que hago,
prosperará.”
Sal.1:3 (VPAPF)*
Ayer traté de colgar
el post pero por alguna razón técnica no pude, por lo cual les pido disculpas. Hoy
deben aparecer las dos partes para su lectura. Espero terminar la segunda antes
de las 7:30 AM.
Resumiendo lo expuesto,
cuando Dios Padre nos mira, ve la nueva criatura en que nos hemos transformado.
El hombre viejo no aparece ante sus ojos, por lo cual Ud y yo podemos aceptar
que somos bienaventurados porque no anduvimos en consejo de malos, Ni estuvimos en camino de
pecadores, Ni en silla de escarnecedores nos hemos sentado.
Cuando el Señor mira nuestro pasado,
solo ve la cruz, en donde está crucificado Cristo y nosotros juntamente con El.
Por eso ninguna condenación hay sobre nosotros, porque así como morimos con
Cristo en la cruz; también resucitamos con El cuando el Padre le levantó de
entre los muertos.
La nueva criatura que somos ahora en
Cristo, guiada por el Espíritu de Cristo que habita en nuestros corazones, es
conducida por el Camino de Vida. La semilla que fue plantada en nuestros
corazones, esto es la Palabra de Dios, crecerá día tras día, nutrida de la
Palabra y del Espíritu.
Ahora Cristo habita en nuestros
corazones y debe ir creciendo esta Presencia en nosotros. Por eso la Escritura
declara que debemos desear la leche espiritual no adulterada para que Cristo
crezca en nosotros.
“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.”
Y
también dice en Colosenses:
“Porque
quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en
Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Y
esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.
Porque
aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros,
gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
Por
tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él;
arraigados y sobre-edificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
arraigados y sobre-edificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
Mirad
que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las
tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según
Cristo.
Porque
en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
En
él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados
con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante
la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Y
a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,
os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta
de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de
en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las
potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal, y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.”
Y
más aún en Efesios:
“Y
él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del
cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la
verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de
quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor.”
Por
eso el salmista afirma que este varón bienaventurado, esta nueva criatura en
Cristo, no anduvo en consejo de malos.
La
nueva criatura se nutre de la Palabra de Dios, y por ella crece y crece hasta
llegar a la estatura del varón perfecto.
Nuestro
caminar como nuevas criaturas en Cristo, no será por caminos de perdición; será
por el Camino de la Vida, por sendas de Justicia, por amor a su Nombre. Por
ello
nuestro andar será por camino aprobado.
Camino en donde conoceremos su gloria a cada
instante en nuestro diario vivir. Nuestros caminos ya no son caminos de
pecadores.
El hombre natural que dejamos atrás cuando
recibimos a Cristo; estaba rodeado de consejos extraños y diversos, pero eran
perdición. Era el consejo de los malos. pero nuestro consejero ahora es el Dios
de Israel.
Entendamos esto. Nuestro hombre viejo está clavado
en la cruz. Ese hombre viejo o natural, no tenía la capacidad de escuchar y
atender el consejo de Dios, porque era sordo, ciego y mudo para los asuntos del
Reino de Dios.
Pero ahora en Cristo, como nuevas criaturas, sí
tenemos la capacidad de oir la Voz de Dios que nos aconseja por el Camino en que
debemos andar.
“….En la ley de Jehová está su delicia….”
Note que el salmista pasa del pasado al presente. Ahora
habla del tiempo presente, del hoy, del ahora
Todos buscamos como seres humanos deleitarnos en
algo. Es una necesidad humana. Buscamos aquello que produzca satisfacción al
alma y al cuerpo. Esto es normal, por ello durante toda nuestra vida nos ocupamos
de ello de día y de noche; en soledad o acompañados.
La búsqueda del deleite gobierna nuestras vidas
desde pequeños. Aún en el vientre materno estamos envueltos en el mayor de los
deleites terrenales: flotamos de satisfacción, sin llanto ni dolor, sin hambre
ni sed, todas nuestras necesidades están
satisfechas.
Durante nuestra
existencia terrenal nos extendemos a buscar el mayor deleite. Por eso
estudiamos, trabajamos, robamos, mentimos, embaucamos, pedimos, nos endeudamos,
etc.
Como personas
naturales es normal y natural que nuestras delicias sean mundanas o terrenales;
pero cuando creemos en Cristo como Hijo
de Dios y lo recibimos como nuestro Salvador y Señor, entonces somos nuevas
criaturas y nuestro gusto cambia.
Como nueva creación gustamos lo celestial lo de
arriba. Desarrollamos un gusto por la Palabra y los dichos de Dios.
Recordar que la
Palabra de Dios es Cristo y cuando dice que a la diestra de Dios hay delicias
se está refiriendo a las delicias de Cristo, que satisfacen al alma hambrienta y sedienta.
Dice el Salmos 16:11
“Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias
a tu diestra para siempre.”
Claramente el Salmo se refiere a Cristo, el Verbo de
Dios, la Palabra de Dios, la Ley de Dios, que está a su diestra en los cielos.
Cristo es nuestras delicias. De El tomamos gracia
sobre gracia.
Salmos 36:8
¡Cuán preciosa, oh
Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la
sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de
tu casa,
Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.
Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.
Salmos 119:24:
Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.
Y mis consejeros.
Estemos claros que cuando Dios dice delicias en El. Se
está refiriendo a las delicias de Cristo para todo aquel que cree.
Cristo es nuestras delicias. El satisface plenamente
nuestras almas. La plena satisfacción del hombre está en Cristo Jesús. Por eso,
el hombre que en Cristo tiene sus delicias, es bienaventurado.
Cuando comprobamos que
Cristo es nuestras delicias y gustamos del don celestial; no habrá lugar para
desear otra cosa aparte de El.
“…Y en su ley medita
de noche y de día…”
Meditar en su Palabra
ocupará nuestros pensamientos.
Es como cuando la
oveja rumia el pasto delicado, es saborear la Palabra y exprimir sus
nutrientes, asimilándola y digiriéndola. Es irla moliendo en nuestra boca con
la masticación, desmenuzándola, separándola, escudriñándola.
Debe ser una acción
continua, permanente, ocupándonos en ello con perseverancia.
Esto requiere
disciplinar nuestra mente, que es muy rebelde y desbocada, indócil y
escurridiza.
Durante el día
siempre habrá innumerables ocasiones para ocupar nuestra mente en una Palabra
seleccionada para meditar en ella. Durante la noche, hay más tiempo y si nos
despegamos de la tele o de internet,
tendremos tiempo suficiente para sacarle el jugo a la porción escogida.
Podemos meditar sobre
lo que ya hayamos leído o recibido en alguna prédica o enseñanza<; o escoger
una porción en el devocional de la mañana y hacerla nuestra perla escogida para
ese día.
No debemos solo
escoger las promesas; también las exhortaciones o las doctrinas o enseñanzas de
la Palabra. Los proverbios son una cantera de piedras preciosas, igual los
salmos.
Si Ud sabe utilizar
la internet y bajar a su BB o celular la biblia electrónica, puede meditar en
pasajes más extensos.
Meditar en la Palabra
de Dios; es meditar en Cristo, es meternos en Cristo y permitir ser impregnados
de Cristo. Nos hacemos Uno con El. Recibimos de su substancia, de su Esencia.
Cuando meditamos en
Cristo, en la Palabra de Dios, nuestra mente estará ocupada en lo celestial,
estaremos con la mira puesta en Cristo nuestra Vida. No habrá lugar en nosotros
para otro tipo de pensamientos. De esta forma disciplinamos nuestra mente y nos
vamos transformando por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
“….Será como árbol
plantado junto a corrientes de aguas….”
Note ahora que
introduce el futuro.
El pasado es haber
dejado al hombre viejo crucificado juntamente con Cristo. El presente es
meditar en Cristo, meditar en la palabra de Dios o en su Ley. El futuro es una vida plena en Cristo.
Cuando nos ocupamos
de meditar en la Palabra de Dios, esto es en Cristo, Dios nos garantiza que
obtendremos una vida rebosante y agradable a El.
Nos compara con
árboles porque nacemos de una semilla. Nosotros hemos nacido de la simiente
santa, de Cristo. De la Palabra. Somos plantío de Jehová, huerto y viña del
Dios Altísimo.
En Isaías 5 Dios nos habla de
su propósito con nosotros:
“Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado a su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.
La
había cercado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en
medio de ella una torre, y hecho también en ella un lagar; y esperaba que diese
uvas, y dio uvas silvestres
.
Ahora,
pues, vecinos de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.
¿Qué
más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo
que diese uvas, ha dado uvas silvestres?
Os
mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será
consumida; aportillaré su cerca, y será hollada.
Haré
que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los
espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.
Ciertamente
la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá
planta deliciosa suya”
También
Jesús nos habló sobre esta realidad en Juan15:1
“Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto.
Ya
vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen,
y los echan en el fuego, y arden.
Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que
queréis, y os será hecho.
En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos.
Como
el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Si
guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado
los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Estas
cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido.”
No somos árboles
estériles o no frutales, somos plantíos escogidos y el Señor como buen
jardinero nos podará para que llevemos fruto.
Si hemos llevado
fruto, El nos podará para que llevemos más fruto. Preocupémonos cuando pensamos
que ya no podemos dar más fruto, somos llamados a la sobreabundancia frutal.
Junto a corrientes de
aguas nos habla de la comunión con el Espíritu, comunión con Cristo, comunión
con la Palabra, es agua a borbotones agua que se moviliza, y refresca cada día.
No es agua estancada. Habla de revelación nueva cada día, habla de agua que nos
hace saltar a vida eterna.
Nos habla de la
llenura del Espíritu Santo: “antes bien seamos llenos del Espíritu Santo”
Nos recuerda que sus
misericordias son nuevas cada mañana, nos recuerda al maná que había que ser
recogido en la mañana cada día y no guardarse para el siguiente día.
La Palabra que has
meditado, será como nutriente que entra por tus raíces llevando el sustento
para el día. Ese nutriente te va fortaleciendo y dando crecimiento en Cristo,
creciendo en gracia.
El tiempo se me ha
agotado. Solo les enunciaré algunas verdades encerradas en el resto del salmo.
“….Da su fruto en su
tiempo…”
Del fruto
participamos nosotros, nuestro prójimo y el Señor
Somos para dar fruto.
Árbol frutal, no es para apariencia. La apariencia es religiosidad. Si hemos
dejado de dar fruto significa que nos ojearon; es necesaria la poda y cavar
alrededor de las raíces. Significa remover la zona cómoda, cambios, expulsar
cosas que no son edificantes.
En cavar alrededor
debemos pensar en cambiar hábitos, costumbres, rutinas, modo de pensar. El
suelo significa también nuestra seguridad y confort. Hábitos y distracciones.
Definitivamente habla
del fruto del Espíritu Santo. El Espíritu lleva en si mismo el poder de dar fruto pero necesita nuestras vidas
como vehículo. Es el fruto de Dios para los hombres. Un fruto que satisface no
solo a quien está cerca de nosotros sino también a nosotros mismo. Somos
árboles que comen de su propio fruto.
Por el Espíritu
hacemos morir las obras o frutos de la carne para dar espacio y lugar al fruto
del Espíritu.
“En su tiempo”… nos
habla del momento oportuno y exacto de la necesidad. Cuando estamos afanados,
necesitamos paz; no amor u otro fruto. Cuando somos rechazados, necesitamos
amor, pero no fe. Cada fruto debe darse en el momento que se necesita. Nunca
andar con la cesta vacía. El fruto es espontáneo, automático y oportuno.
El fruto atrae la
Presencia del Señor y el Señor con
cánticos de liberación nos rodeará. El es el Señor de la viña. Puedo entender
que el Señor suelta su canto a nuestro alrededor cuando encuentra una vida
llena de fruto. Salmo 32: 7.
El fruto en nuestra
vida produce gozo en el Señor, El se
gozará en nosotros, como se goza el esposo con la esposa. Atrae su presencia
para que experimentemos su amor y su intimidad. Isaías 62:1-5
El fruto produce el
amor de cantar de los cantares.
Debemos de cuidarnos
de no defraudar al Señor cuando venga por su fruto en nuestra vida, para que no
nos suceda lo de la higuera que no tenía fruto cuando El quiso comer de él. O
de la parábola de la vid que fue podada y escarbada para que diera fruto.
“…y su hoja no cae….”
Habla de perenne, de
permanecer por siempre, con olor a eternidad. Habla de firmeza y estabilidad.
De ser inconmovible. Habla de Vida Eterna.
Habla de belleza y
atracción. Ser deseable y hermosura. Hojas siempre verdes que no se marchitan
con el tiempo. “Nuestro interior se va renovando cada día” Habla de
incorruptibilidad. “lo corruptible sea vestido de incorruptibilidad”
Habla de vigor, de
poder, de fortaleza, de pujanza, de salud. Apariencia y naturaleza saludable y
vigorosa.
Habla de Vida
abundante.
“”….y todo lo que
hace prosperará….
Este es el resultado
para el varón que se deleita en su Palabra: prosperidad en todo lo que
emprenda.
Es licencia para
prosperar.
El evangelio de la
prosperidad sin la delicia en la Palabra de Dios es de cuidado. El Señor ha
determinado como una ley espiritual que si te ocupas en deleitarte en su
Palabra, en Cristo, la prosperidad es un producto esperado.
Pero el mensaje es
claro. Ocúpate de buscar a Cristo, meditar en El, en su Palabra y la prosperidad
vendrá como añadidura. Aunque la prosperidad en el Señor no significa
exclusivamente prosperidad material o riquezas materiales.
La riqueza material
puede estar incluida pero no es la importante. Es más, Ud puede ser prosperado
sin tener riquezas materiales. Teniendo lo suficiente para sus necesidades, sin
estar en estrechez, ya es ser próspero.
La abundancia de Dios
incluye todos los aspectos de la vida del hombre, pero la abundancia mayor y la
prosperidad mayor está en las riquezas en Cristo, las riquezas de su
conocimiento.
Podemos vivir en escases
material pero en abundancia en Cristo. No nos confundamos cuando la Palabra
habla de riquezas y abundancia.
He aquí les doy una
Palabra de entendimiento.
A los judíos, al
Israel natural, al Israel del Antiguo testamento sí se le prometió riquezas
materiales, como un tipo de las riquezas espirituales. Las riquezas a las
cuales fueron llamados, eran solo sombras de las riquezas a que somos llamados
cuando está Cristo presente.
El hombre o la mujer
llamados al Evangelio deben saber escoger a cuales riquezas perseguir. A las
terrenales o a las celestiales. Si persigues las terrenales, tal vez las
obtengas, pero no esperes más que eso.
Si persigues las
celestiales, hay garantía de que las obtendrás y serán por toda la eternidad.
Este es el verdadero
camino a la prosperidad. Cualquier cosa que emprendas será coronada de éxito.
Serás próspero en todo aquello en que te ocupes.
Si estudias,
prosperarás, si cocinas o atiendes la casa; prosperarás. En cualquier trabajo o
empresa o negocio; prosperarás. Te irá bien.
Estamos condenados a
prosperar si nos deleitamos en Cristo, en la Palabra de Dios.
El salmo concluye
haciendo notar el camino del justo en contraste con el de los malos.
Bendiciones.
*Versión
Personalizada y Aceptada Por la Fe
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